El cine mudo en España constituye una etapa oscura y desconocida de nuestro patrimonio audiovisual. Las películas rodadas durante las tres primeras décadas del siglo XX han desaparecido o se encuentran en un estado pésimo. La ausencia material de las mismas se ha debido a muchos factores: desde incendios, venta del celuloide o un mal estado de conservación, hasta negligencias como la falta de responsabilidad administrativa con la quema de filmes sin haber guardado una copia de seguridad. Salvo por algunos coleccionistas contados, que cuidan con mimo escasos rollos, el cine mudo español ha sido destruido física e intelectualmente. Como consecuencia, no se han podido estudiar ni catalogar, y, en una faceta social, los diversos actores que aparecen en ellas han caído en el olvido.
El cine mudo de Hollywood proporcionó un star system que se propagó rápidamente por Europa. Sin embargo, las estrellas de cine en España se fueron consolidando poco a poco, la mayoría de ellas en la época del cine sonoro, período que desgraciadamente eclipsó a las pocas protagonistas del mudo. Los actores provenían de otras facetas artísticas, como el caso de Raquel Meller, cantante de cuplé, que debutó en el cine en 1919 con el serial La gitana blanca –también titulado Los arlequines de seda y oro- y que logró triunfar internacionalmente en París, Los Ángeles o Nueva York. Destacó en el cine mudo por Carmen (1915) y Violetas imperiales (1923). Sin embargo, los cambios en la canción española y la llegada del cine sonoro tras la Guerra Civil afectaron a su trayectoria, y poco a poco fue cayendo en el olvido.
Otras de las ramas de las que el cine mudo obtuvo sus intérpretes fue el teatro. En este caso tenemos muchos nombres, por ejemplo Adelita Lulú realizó varias pruebas de cámara pero sin llegar a rodar una película completa, así como Consuelo Portella “La Chelito” o Josep Santpere –padre de Mary Santpere-, que interpretaron pequeños papeles. Por su parte, Tórtola Valencia, proveniente de la danza, comenzó en el cine mudo con Pacto de lágrimas (1915) o Pasionaria (1915), interpretándose a ella misma. Se retiró tras la Primera Guerra Mundial como consecuencia también de la irrupción del cine sonoro. Por otro lado, Margarita Xirgu también participó en películas mudas como Alma Torturada (1916), pero también sonoras. Fue una actriz precoz y posteriormente propietaria de una compañía teatral que actuó en el Teatro Español.
Adelita Lulú en la revista Mundo Gráfico (1914) Fuente: Wikimedia Commons |
Consuelo Portella La Chelito. Fuente: https://dbe.rah.es/biografias/12105/consuelo-portella-audet |
Josep Santpere Fuente: https://dbe.rah.es/biografias/82325/josep-santpere-i-pey |
Tórtola Valencia en la revista Mundo Gráfico (1911) Fuente: Wikimedia Commons |
Una de las pocas actrices que superó la incorporación del sonido, y continuó su larga carrera hasta su muerte fue Magdalena Nile del Río, cuyo nombre artístico, Imperio Argentina, se lo puso Jacinto Benavente. Nació en 1910 en Buenos Aires, comenzando a actuar a los siete años. En la década de 1920 llegó a España a actuar en los teatros de variedades. Rodó varias pruebas de cámara pero no vieron sus dotes artísticas, hasta que Florián Rey la escogió para la versión muda de La hermana san Sulpicio (1927). A partir de entonces obtuvo repercusión internacional y entró en el star system español junto a artistas como Carlos Gardel. Interpretó multitud de papeles, por ejemplo, los costumbristas del folclore español -desde una andaluza hasta una zaragozana-, o más anónimos y familiares, como Tata mía (1986). Falleció en 2003, con setenta años de trayectoria cinematográfica.
Imperio Argentina (Archivo UFA) Fuente: https://www.imdb.com/name/nm0034477/mediaviewer/rm4241559040/ |
Además de estos nombres destacados, existió toda una generación de intérpretes de cine, que se iniciaron en las películas limitados por la falta de formación y la pobreza de la industria cinematográfica española de la época. Fue el caso, por ejemplo, de Pedro Larrañaga, Celia Escudero, Javier de Rivera, Mariluz Callejo, Luis Peña, el niño Alfredo Hurtado “Pitusín” o la más destacada: Carmen Viance, taquígrafa en las Cortes que se convirtió en la primera gran diva del cine español. Debutó con La mancha que limpia (1924), protagonizó, entre otras películas, La aldea maldita (1930) y se adentró en el cine sonoro con Currito de la cruz (1936) o La casa de la lluvia (1943). Sin embargo, como en otras ocasiones mencionadas anteriormente, el cine sonoro hizo mella en la carrera de Carmen Viance, que volvió a su antiguo empleo como una ciudadana anónima más.
Es de vital importancia la reflexión sobre la manera en la que se ha tratado el patrimonio del cine mudo en España en su aspecto más tangible, pero también es esencial analizar la trascendencia que esto ha tenido a nivel actoral. La evidente falta de interés en conservar e investigar esta época tan valiosa de nuestro cine ha desencadenado un desconocimiento de los protagonistas de aquellas películas.
Para ampliar información, os dejamos el enlace al capítulo 6: "Estrellas apagadas" de la serie completa Las imágenes perdidas: una historia del cine mudo español (TVE,1991).
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