La suspensión de incredulidad es el contrato implícito entre narrador y espectador sobre la historia que el narrador cuenta. Para que no se rompa es importante que exista una lógica interna que funcione, es decir, que los sucesos que se nos muestran y las acciones de los personajes sean coherentes. Por muy descabellada que sea una historia, si está bien contada no se rompe la suspensión de incredulidad. Los espectadores deben de dejar las leyes racionales a un lado y creer lo que les están contando.
La suspensión de incredulidad se rompe cuando sucede algo que no debería de ocurrir dentro de las leyes lógicas del mundo que se nos cuenta. Mostrar un mundo fantástico donde existen dragones y otras criaturas no rompe la suspensión de incredulidad, puesto que es algo normal en dicho mundo. Pero si dentro de la historia existen muertos vivientes muy poderosos que son vencidos por una niña (Juego de Tronos -2011-) sí que puede llegar a romperse. Aunque cada espectador tiene unos límites diferentes, por lo que es algo subjetivo.
Cuando la suspensión de incredulidad se rompe, el espectador es sacado de la historia, ya no presta atención a la trama que le están contando, puesto que no es algo verosímil para este; sufre una desconexión y ya no participa en la historia, ni siquiera puede llegar a empatizar con los personajes. Esta desconexión puede ser momentánea y volver a reconducirse si se sigue respetando la coherencia de la trama.
Poniendo como ejemplo la reciente serie de Disney+ sobre el personaje de Obi-Wan Kenobi de la saga Star Wars (George Lucas), tenemos tres escenas en los dos primeros capítulos que pueden romper la suspensión de incredulidad en los espectadores:
1. La primera escena polémica de la serie, la que menos creíble puede llegar a ser, una persecución entre tres cazarecompensas y una niña pequeña que, partiendo del mismo punto dentro de un bosque, no son capaces de atraparla durante varios minutos.
2. La segunda, otra persecución, esta vez entre el protagonista y la misma niña, y dentro de una ciudad; misma puesta en escena que la anterior, mismo resultado.
3. Por último, en la tecera tenemos una pelea. Dentro del universo, los duelistas son dos poderosos guerreros, pero dentro de la serie, el protagonista está venido a menos, por lo que el desenlace es previsible. El malo gana la pelea y tiene la oportunidad de vengarse del protagonista, pero una explosión provocada por otro personaje crea una zona en llamas que impide que este sea atrapado y pueda escapar. Siendo el malo una persona tan poderosa a la que le mueve el odio y la venganza contra el protagonista, no tiene sentido dentro de la historia que le permita escapar por una pequeña zona en llamas.
Aunque es dificil de ver, en algunas ocasiones los figurantes o extras de películas cometen fallos que una vez los conoces, estás más pendiente del fallo que de la propia escena. Uno de estos ejemplos es la siguiente escena de la película Tiburón (Steven Spielberg, 1975), donde un tiburón ha atacado a los bañistas y un hombre se está riendo mientras corre al agua a socorrer a las víctimas.
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